Tu búsqueda es urgente. Desesperas, sin razón ni motivos, no tienes idea de lo que deseas. Vamos, salta. Saltemos. Dímelo, solo yo sabré, nadie más tiene que enterarse ¿A qué le temes Querida? ¿Es la soledad eso que te llama en cada atardecer? ¿Son acaso tus pesadillas con esos amores inolvidables? Y añoras, aquella época de inmadurez en la que los engaños ocultos con un velo de amor lo eran todo.
Inconfundible aroma dulce y verde, me recuerda todos esos sueños. Cada promesa danza elevándose, ya no se si sea capaz de alcanzarlas. Puedo pretender que lo intento pero ¿Bastará con el anhelo?
Repitamos, cuantas veces sea necesario. Dilo conmigo "Cuantas veces sea necesario. Mil, diez mil, cien mil. Un millón de veces compondré la sílabas y te las susurraré, te las hablaré, te las gritaré <No, no estás sola>"
Quiero que me escuches ¿No vez que estoy aquí parado justo frente a ti? Es una mísera distancia la que separa nuestros labios, nuestros suspiros. Siento tu respiración ¿Tu no? Te quiero, te quiero, te quiero.
Es solo eso ¿Tan difícil de entender?
Y en sus profundidades imaginaba el resplandor que sobre él caía. Ella no sabía que se encontraba de espaldas ¿Qué hermosura hay en eso? Y mientras más intentaba voltearse, se volvía tormentoso y asustaba. Solo se conforma con sentir su calor ¿Su imagen? No, ya no la necesita más, estará allí siempre, como lo ha echo desde el principio, como ha esta siempre, tan cercana e inalcanzable.
Y en ese eterno juego en el que ella, evaporaba su superficie e intentaba alcanzar las catacumbas de su materia, estuvieron desde antes de sus nacimientos y hasta después de sus muertes sin jamás tocarse, sin jamás oírse, sin nunca mirarse. Pero estaban enamorados, perdidamente enamorados el uno del otro. Ella, el sol, abrazaba todas las mañanas al infinito mar y él no se cansaba de meserce para impresionarla. Para siempre.
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