viernes, 11 de mayo de 2012

I can hear my train comming ♫

     - ¿Sabes? - me dijo, con la mirada fijada en el piso - Hace frío, mucho frío. Escuché en las noticias que éste invierno tendría unas nevadas horribles, que las montañas se cubrirán de blanco, y de allá lejos, lo suficientemente lejos, se verán maravillosas. Siempre me ha gustado pisar la nieve, esa sensación cuando se compacta bajo los pies, esa blancura que puede dejarte ciego. Me encanta pisar la nieve, pero no me gusta que caiga sobre mi, no cuando es una tormenta y corremos el riesgo de quedar enterrados. Dos metros allí abajo, debe ser bastante frío, más que ahora ¿No crees? - 
     De alguna forma logré levantar la vista y mirarla a la cara. Seguía con la vista en el suelo, algo atrayente había ahí, una enigmática fijación con el verde pasto pronto a la muerte. Aunque quisiera decir que todo está bien, que la perfección no podía estar más cerca que cuando no se le busca, tantas cosas que decir, pero ahí estaba, con el viento dándome en la cara, arrancándome las palabras de entre los labios, y llevándoselas, con fines propios, ajenos.
    - Ahora podrás apreciar el calor del verano, y ya sabes que las cosas se ven mejores cuando las ves de lejos.- Tantas cosas, atrapadas ahí, y el reloj contaba, y contaba, y contaba. 
     -  La parte más difícil, la mayoría de las veces, no es llegar a la cima de la montaña, sino que lo es el descenso. Créeme, lo último que quería era bajar.
     - Yo te esperaré para cuando quieras volver a subir, estoy enamorado de estas montañas. 
     No tenía idea que no subiría nunca más, entre edificios y comodidades ¿Quién se querría  quedar? Fuimos un suspiro exhalado de la boca de un volcán, unas pequeñas ganas del inframundo de hacer erupción. Fuimos, y seremos nada más que ganas de ser entre tantos, la excepción. 
     Vacilé al momento de retomar el camino de vuelta a mi agujero en la nieve. Vacilé al momento de elegir la huida perfecta. Vacilé frente a la montaña, que se derrumbaba, conmigo bajo ella. 
     Todas mis voces gritaron al unísono, de espanto, de euforia, de vitalidad, de alarde, de pena. Más que nada, de pena, por todos aquellos que se engañan a si mismo, engañan al resto y esperan sinceridad. Tengo tranquilidad, aunque me gustaría perderla de nuevo algún día. Algún día.

- El tren viene ahí, ten cuidado. No pierdas de vista las huellas que has dejado. - Se detuvo al borde de la línea, tomó su única maleta, mientras el tren le barría  y desordenaba los cabellos, mientras el tren le daba un adelanto de lo que realmente siempre había querido.
- Nadie, - le dije por último, antes de que abordara. - pero nadie, ni la tormenta más grande pronosticada, podrá borrar las heladas pisadas de nieve que dejaste aquí, las marcas en hielo eterno, que yo sé, en ti, derretirás.  

Más nunca más subió una montaña. Y solo espero, no congelarme, antes de que alguien me encuentre enterrado, bajo los escombros, para aunque sea, poder contarle mi historia, del otoño más corto del mundo. 

jueves, 22 de marzo de 2012

No tengo idea de que podría escribir, de tanto que ocurre, de lo que se canta, de lo que está perdido, de lo que se ha ido, de lo que no se ha escrito. Hay tanto mineral, tanto por extraer, pero hay capital de sobra. No hay amarguras, ni tormentos, ni excitación o anhelo, no hay nostalgia o incertidumbres. Hoy no hay necesidades. Está tranquilo. Hoy estás tú.
Bueno, si hay anhelos, deseos y excitación, pero pasarlos a papel sería como realizarle una autopsia aun súper héroe, como intentar explicar un milagro.
Lo único que hay para escribir hoy, mientras aún ladran los perros, es que no hay necesidad de escribir algo.

viernes, 9 de marzo de 2012

Mi árbol ~

Hay un árbol que nació
de una semilla plantada,
de una semilla regada,
para que fuese un gran árbol.
Un árbol que extendiese sus ramas
para alcanzar el cielo.
Un árbol que en otoño
deja caer sus hojas,
como la trémula llovizna,
para adornan el camino
de andantes enamorados,
para inspirar los corazones
de sentimientos enajenados.

Para ser como árbol,
siempre calmo.

Así creció el árbol
sabiendo de la savia
que por sus brazos corría,
asegurándose de que era mejor ser árbol
antes que cualquier otro.

Así vivió el árbol,
erguido y atento,
seguro y a salvo,
sin apuros.
Así apoyo los cuerpos
de quienes a su sombra se amaban.

Nunca dormía.
Siempre oía,
Mil historias conocía,
pero solo una lo hizo andar.
La suya.

Ha sido demasiada calma ya.
Es hora de quitar las raíces
y abrir las ventanas.
Es hora de que el árbol
entienda que nunca nadie le dijo que fuera árbol.

Sin duda es mucho mejor ser muchas cosas a la vez
que ser una y por siempre.
Quien haya hecho al árbol andar, lo sabe.

domingo, 4 de marzo de 2012

Tengo la sensación de que muchas barreras caen, cómo si me hubiera rendido, como si ya no importase si es bueno o malo. De a poco voy cayendo en cuenta, más que no caer en algún tipo de embrujo, deseaba demostrarme que alguien podría contestar mi llamado. De nuevo, ahora más simple. Nunca desee tener algo, nunca desee aferrarme, pero aquí estoy anclado, y se que tengo el tiempo suficiente para quedarme a disfrutar. Si desmiembro aquello que no tiene forma, si es que puedo tallarle una sonrisa a la roca, engañar al pobre para hacerle creer que la riqueza del alma es mucho más importante aunque no tenga que echarse a la boca, si creo que soy capaz de lograr mis metas ¿Por qué no sería capaz de pasar cosas por alto?
Quizá ya inicié esta cruzada de niños, destinada a morir en la ingenuidad. Quizá mientras luchaba contra mis propios fantasmas, se apoderó de mi. Y quizá sea lo mejor para mi, si, levantarme en las mañanas y pensar 'seré mucho mejor de lo que fui ayer, porque simplemente vale la pena', y quizá sea mejor para ella, porque no. Si ambos nos devolvemos las miradas, si ambos entrelazamos nuestros dedos, si ambos confesamos nuestras cotidianidades, si ambos estamos volando tan alto, porque no, dejar las barreras caer, los miedos, las dudas, las historias pasadas. Si ambos creemos ver aunque sea una curva oculta, si ambos queremos creer que se puede, porque no, empezar a vivir de esa forma, juntos.

lunes, 20 de febrero de 2012

Posibilidades

Ese tenue murmullo, de los relámpagos y truenos que vienen a lo lejos, lentos vienen, pero seguros llegan. Allá a lo lejos, muy lejos, se ven las gotas que caen y que, de manera irremediable, se estrellan contra el suelo, contra los techos de las casas, el asfalto de las carreteras, sobre los lomos de los perros callejeros, y sobre los noctámbulos que deambulan por las calles a estas horas, disfrutando.
Así es como voy de forma irrevocable contra ti, cayendo, desde lo más alto que puedas ver. Voy cayendo, desde las negras nubes y vengo, de allá vengo, donde lo confortable es saber que tienes alguna posibilidad. Así voy feliz, acompasado con los otros, como yo, se lanzan en una ceguera colectiva, y caen, de forma estrepitosa, caen.
Oigo los truenos cerca, los relámpagos me electrifican y tengo esa sensación de vacío, como cuando respiras antes de lanzarte en paracaídas, antes de cumplir una apuesta, antes de tomar los riesgos, antes de elegir tu camino. Mis manos trémulas se agitan por el tronar, y caigo, desde tu mirada, caigo, desde tus palabras, caigo.
Tomo el último aliento y me lanzo, con la esperanza, con nada más que eso entre mis brazos, me lanzo, creyendo que podré ser la gota de dulce lluvia que resbala por sobre tu cara, mientras tu miras el cielo, deseando ir más alto de lo que yo alguna vez alcancé.

Si realmente se quiere, nunca es tarde para intentarlo.

martes, 14 de febrero de 2012

Enredados, nuestros dedos, enredados.

Intentemos, intentemos, lo mejor que podamos. Cuéntame tus secretos, confiésame todos los delitos. Caigamos rendidos esta noche. Que la guerra nunca acabe, que no nos aburramos jamás. Pretendamos que las velas son eternas, cuando se apaguen, la oscuridad nos abrigará, nos dirá 'cuídense de lo que no pueden ver' y ahora lo único que puedo sentir es tu respiración, aquí, justo en frente de mi. Encendamos las estrellas, una y otra vez.
Siente la arena en tus pies, yo sé que puedes oler el azul del mar. La fría brisa nos permite acercarnos, como buscándonos, volviéndose excusa. Creo que ya te lo dije, el amor la esencia de lo sublime.
Estemos juntos, disfrutémosnos, todas las tardes, todas las noches, cada amanecer que se nos permita, los insomnios eternos y las siestas de horas. Toquemos el cielo juntos y contemos las estrellas. Pero nada de eso nos dará la certeza de que eso es amor, cuando toquemos fondo, ahí, lo sabremos. Abúrrete de mi, que mi presencia te hastíe, que la magia se acabe. Cuando la vida nos ponga de cabeza, y mis palabras te parezcan dagas, cuando nos embriaguemos de cólera y nos bajé el hambre por nuevas personas, cuando dejemos de ser misterio para el otro. Cuando todo aquello pase, sabremos que es lo que realmente es, y podré, sin duda, decirte que te amo, cada noche, cada mañana, cada vez que pueda.
Ya amanece, sabemos que será un gran día, que el sol brillará alto y fuerte. Salgamos a pasear a las calles, tomemos fotografías, juguemos con algún niño, juguemos como niños, molestemos a alguien, sonriámosle a los abuelos y lloremos ésta felicidad que nos embarga, derrochemosla en caricias y abrazos. Pero todo eso podríamos hacerlo con cualquiera, pero el día se va, y cae la noche y es allí, en las frías noches de junio, que te quiero a mi lado, en la sequía de inspiraciones, en los silencios infortunados, y por sobre todo, cuando los fuegos artificiales se apaguen.

Stand by me - oasis

jueves, 2 de febrero de 2012

Kommen zu meinen boot...

Cuantas circunstancias acompañan a la vida y que fácil es no tomarlas en cuenta. Fíjate, suelo decirme, no hay nada de certero en el futuro ¿Qué puedes encontrar allí? Fíjate en lo que tienes ahora, nada puede importar más que eso. Cuando niño solían disgustarme los espárragos, las lentejas, la gente estúpida, los que eran altos, lo que eran delgados, los adultos, los otros niños, los profesores, la escuela, la pobreza. Tenía para regodearme de molestias, de quejas, pero más allá de eso, tenía algo con lo que pelear, a pesar de la estupidez de aquellas cosas, peleaba.
Aquí, ahora, me doy cuenta de las pocas veces que realmente he caído, y que tan poco he hecho. Solo corremos hasta vomitar, y unas vez que paramos y nos volteamos, nos damos cuenta de lo que hemos perdidos ¿A cuantas personas has dicho quererlas, cuidarlas, y ahora siquiera recuerdas sus nombres? No todos somos tan cuidadosos. Remordimientos. Con nostálgica dulzura recuerdo aquellos amores que se consumaron, o aquellos que pudieron ser incendios forestales en tierras aún vírgenes, miro a aquellos amigos a los que hoy es difícil darles la cara, aquellas conversaciones que te hicieron cambiar de opinión, aquellas veces que simplemente compartiste un silencio todopoderoso. Esa es la esencia que me cubre, la del nómada efusivo, de tristes historias porque nunca decidió seguir un camino, convencido de que no hay principio ni fin, sino que es un recorrer, aprender, conocer. Esa es la condena de las desataduras.
Siempre hay tiempo para reivindicarse. Nunca es demasiado tarde.
Desde hacía tiempo quería escribir algo como esto, una especie de carta de agradecimiento, de disculpas. Nunca es tarde para desear algo con todas tus fuerzas. Pero soy consciente, somos consciente de que aunque me guste éste lugar, no puedo quedarme aquí. Vamos.
Y al final, como una loca amiga me decía, de compañera tendrás a la soledad, y tu amante será la nostalgia, y lo único que te permitirá seguir vivo es el anhelo de decir 'No es solo ésto, hay algo más'. Amiga mía, gracias.
Rezagos de algún amor aún mantengo, el amor es cosa de niños. Rezagos de una vida, aún quedan. Aún no tengo ni veinte años, tengo toda una vida para reivindicarme, tengo toda una vida para renacer... las veces que quiera.


Ven a mi bote,
se avecina una tormenta,
y anochece.
¿A donde quieres ir?
Tan completamente solo
estás a la deriva.
¿Quién sostiene tu mano
cuando te hundes hacía abajo?
...
Ahora estás de pie junto al faro
con lágrimas en la cara.
La luz del día cae de lado,
el viento otoñal barre las calles.

Ven a mi bote...

Seeman - Rammstein.

lunes, 30 de enero de 2012

Libélulas

Planea, a lo lejos, planea. A ella siempre le ha gustado volar. Siempre iba por sobre las cumbres. Nunca aterrizaba, o al menos, yo no la veía.
Sentado sobre el asfalto polvoriento y caliente me dedico a observarla. Vuela, siempre vuela. La imagino cantando con voz muda ahogada por el ruido de ese motor que la impulsa. No, no es la primera vez que pasa por encima de mi cabeza.
Me pregunto si acaso será capaz de verme, pero creo que no, de seguro está mirando hacía arriba, deseando ir más alto. Y sube, y sube, hasta que el motor tiembla y la obliga a descender. Que se tome su tiempo, digo, aunque en ello se le fuese la vida, el cielo seguirá sobre ella. Las estrellas no se caerán, tienes toda la vida para alcanzarlas, le digo, como si alguien en éste mundo pudiera oírme, como si alguien en este mundo pudiese testificar que yo le advertí, que yo le amé.
De un día para otro no se apareció más. Se perdió en las nubes. Desapareció el ruido de las aspas y, como imagino que sería, tomo su transbordador y se fue a la luna, donde se encontrará con personas como ella, deseosas de conocer las constelaciones.
Mientras la veo brillar muda directo sobre mi frente, me conformo con mi cigarro, la brisa, y la sonrisa que me espera si algún día me decido a subir, con ella.

Para Clara, cuyo corazónse detuvo
por nunca dejar de volar.

jueves, 19 de enero de 2012

Caminando sobre hojas.

No existen mas motivos que los conocidos.
No hay sombras bajo el sol de medio día.

Mañana amanece como cualquier día,
pero algo diferente vuela en el aire.
Caen las hojas los arboles
y las pisadas se marcan sobre ellas.
Es el silencio sobrecogedor
amortiguado por difusas sonrisas
que nadie es capaz de ver.
Ahí estas, pequeño ángel,
ni aunque siguiera tratando
de encontrarte en estos versos
nacidos de un estereotipo insignificante,
ni aunque siguiera tratando
de buscarle un significado,
debo decirte

que nadie deja huellas
en las hojas secas
como tu.

Y ahora como digo esto sin que te asustes.
Siempre tuve razón,
los ángeles si existen.

Tu me entiendes ¿No?

miércoles, 18 de enero de 2012

Cirios

Tiritan las velas acabándose.
Caen a pedazos los pétalos de lirios
sobre la piel erizada
de aquellos autores sin lágrimas.
Vuelan y se esparcen las cenizas
del amor consumado en las literas,
de los más diversos colores.

Los hay flotantes, al igual que los astros colgantes.

Los vemos cruzar la calle, creyendo que es fácil
y que es cosa de suerte.

Aprendemos a respetarlos y odiarlos con algo de envidia.

Muchas veces insinuamos no quererlo,
que no nos hace falta.

Los hay aterrizados, y bajo tierra,
tan ocultos como los secretos de la inconsciencia.

Vamos a encontrarlo, en un lienzo, en la armonía,
en los momentos o en la sabiduría.
Vamos a abrazarlo con miedo y alevosía,
desarmándolo con minuciosa consistencia
y transformándolo en monarquía.
Lo encontramos en la monotonía,
esa misteriosa costumbre del día a día.

Los hay nostálgico, como la niñez,
y dulces como azúcar rubia.

Los hay tristes y constantes.

Y los hay como el mio,
como cirios extinguidos,
como los ojos cerrados
de un ciego en un cuarto oscuro.
Con irrevocables condiciones,
que se aman como aman
los antárticos emperadores,
como un historiador
ama las revoluciones.
Como tú amas
la libertad, y éstas conversaciones.


Aún queda demasiado por hacer.

viernes, 13 de enero de 2012

Charybdis

En un viaje a algún sitio lejano, cualquiera se asusta. Ese miedo a lo desconocido resulta tentador para muchos, '¿Qué habrá tras la siguiente curva? ¿Qué ocurrirá si doy un paso más?'. El emprender un nuevo rumbo nos despierta ese vértigo sinuoso frente a la altura de miras, frente a las posibilidades, en esa colisión de las experiencias pasadas contra los anhelos.
Pero te decides, a pesar de todo te decides a caminar por la pedregosa y afilada ruta. Tomas tu barco, proa al horizonte, justo allá donde el sol cae y duermen las estrellas, y bajas los remos (pues tu haces todo, conduces, izas las velas, y lo más importante, remas). Oh, pobre pirata improvisado que busca su tesoro. ¿Pobre? No, para nada, valiente, y no hay virtud que enriquezca más que la valentía. Tú eres el pobre, que prefiere tener los pies seguros a la tierra, aferrándote a lo que tienes, en vez de permitirte navegar en busca de lo que quieres. Como decía, se pierden de vista las costas y todo se reduce a sal y sol, sal y sol, sal y sol, sal y sol, e incertidumbre, dudativa y constante incertidumbre ¿Qué cursos seguirás ahora? Aquí, en nuestro mundo, no hay brújulas, solo nos queda el instinto.
Muévete y busca islas, busca tesoros, algo a lo que cuidar, pero no lo atesores en ti, no, no lo aferres, a veces es preferible dejarlo antes de que te desencante. Abraza la brisa en la cumbre y besa la fría selva. Vívelo, como errante humano que eres, pues a las islas de los recuerdos no se puede volver, inténtalo, que aquí te espero, para cuando encalles en las costas del silencio, cuando sobre esta saliente grites ayuda a las divinas profundidades azul cristalinas.

Scylla.

¿Cuánto puede soportar ser una historia repetida? Este es un mundo construido a base de leyendas, mitos, injurias, mentiras, ilusiones, esperanzas y más que cualquier otra, un mundo construido a base de personas ciegas a voluntad. Déjame mostrarte estas sucias manos, de duras cicatrices, de voluntario trabajo. Vamos, subamos a la balsa que he construido, vamos, es firme. El impertérrito océano se mese al ritmo de los tulipanes del valle que alguna vez pisé, y canto una vieja canción abandonada tras algún traspié, o una excusa.

'Traigan las sogas,
tomen las drogas
y no esperen ser certeros,
eso solo pasa en juegos.

Ésta debiese ser la manera correcta,
La manera en las ninfas bailan,
la manera en que las hojas se secan
y como el mar bailan.

La soledad se vuelve arma de doble filo, la nostalgia se vuelve la única fuerza y luchas por encontrar algo que sea solo tuyo.
Es Charybdis, que se acerca con brazos tormentosos. Pululando, mortal, pero amable, se acerca y se oye el susurro del agua cayendo en el abismo.
Cuando emprendes un viaje sin retorno es él quien te espera al final de la historia, en cualquier parte del recóndito ondular, el abismo te encuentra, y lo único que te puede librar, es el canto de alguna hermosa sirena.

Charybdis.

"Y lo peor de todo, le tengo fobia aterradora a morir ahogado".


sábado, 7 de enero de 2012

My body is a cage ♫

Serrano


Te contaré una historia, ésto le ocurrió a un conocido mío (un tipejo que solía llorar mucho, demás está decirlo, podrán suponerlo luego). Me lo encontraba un par de veces en la calle, de camino a la plaza donde suelo alimentar a esos feos pájaros, bien elocuente, un poco efusivo la mayoría de las veces. Caminaba arrastrando esa bolsa de género sucio, nunca supe que arrastraba. Llevaba una camisa de la misma costura que su bolsa, sus pantalones manchados de caminatas en círculos y siempre llevaba sus zapatos bien lustrados y con un abrigo diferente (al menos a mi parecer). No era viejo, ni joven, como decirlo, no se podía saber si acaso, se conservaba bien para la edad que tenía, o se veía demasiado viejo para ser tan joven, pero yo lo sabía, él tenía 89 años. Siempre saludaba con la más pulcra sonrisa, con o sin dientes, no había sonrisa igual. Rayando en la esquizofrenia, caminaba todos los días por los mismos pasadizos(me dediqué a seguirlo por curiosidad un par de veces), como si tratara de encontrar la salida a un laberinto.
Solía sentarme en la misma banca en la plaza del centro de vuelta del trabajo, que era casi como un parque para mi, ahí alimentaba a eso feos pájaros y siempre lo veía de la misma forma, de traje y con los zapatos polvorientos, casi arrastrando la zuela y cansado. Pareciera que se moviera a tientas entre los arbustos, siempre me causo un poco de pena. Tan joven para envejecerse tan rápido.
Los extremos en esta vida son malos, siempre me lo han dicho, y yo lo creo. Resulta increíble que al crecer (envejecer) más nos agrada la idea de creer a ciegas. Bueno, mi conocido no era la excepción. El con sus zapatos caros y siempre bien peinado, arrastraba esa locura ardiente de entender. Y en éste laberinto de cemento se perdía, y nadie, nadie sabía que buscaba, a veces recorría las calles transversales de la ciudad de forma alfabética, otras zigzagueando, unas cuantas las impares, y a veces solo la primera y la última, y lo repetía pero al revés. Todos lo miraban como un extraño, pero a mi me parecía un vagabundo mago, como si lo hiciese por una razón fehaciente ¿De qué escapaba? ¿Donde estaba atrapado? Esas eran las inquietudes, o si simplemente estaba jugando...

Vesania

¿Quién estaba verdaderamente loco? ¿El narrador o su conocido? La gente los veía pasearse horas en una especie de juego incansable. 'Mírenlos correr desnudos!' Gritaban los niños y los perseguían y azuzaban, se burlaban de ellos y los seguían persiguiendo. Al fin y al cabo estaban todos locos, de la médula. Todos corrían, unos tras otros, se abrazaban, despedían, saludaban, corrían, caminaban, respiraban, disparaban, se mataban, eran cuerdos, se comparaban, lloraban, corrían, saltaban, cantaban, alababan, maldecían, jugaban, peleaban, bailaban, creían, y cantaban, por sobre todo cantaban y lloraban.
Eran conocidas las extravagancias del pueblo, carnavales todas las noches, muchas fiestas y suficiente alcohol y estupefacientes. No, nadie se salvaba, ni tú, ni yo, de la vesania de ese mundo, y nos arrancamos a éste, que, permítase decirlo, señorita, señor, está mas vuelto de cabeza del que hemos intentado arrancar.

Del mundo real, al irreal, hay una sola diferencia, y es que el primero, es lo que creemos ver, y el segundo, es el que deseamos ver. Al final, ninguno de los dos existe.