Cuantas circunstancias acompañan a la vida y que fácil es no tomarlas en cuenta. Fíjate, suelo decirme, no hay nada de certero en el futuro ¿Qué puedes encontrar allí? Fíjate en lo que tienes ahora, nada puede importar más que eso. Cuando niño solían disgustarme los espárragos, las lentejas, la gente estúpida, los que eran altos, lo que eran delgados, los adultos, los otros niños, los profesores, la escuela, la pobreza. Tenía para regodearme de molestias, de quejas, pero más allá de eso, tenía algo con lo que pelear, a pesar de la estupidez de aquellas cosas, peleaba.
Aquí, ahora, me doy cuenta de las pocas veces que realmente he caído, y que tan poco he hecho. Solo corremos hasta vomitar, y unas vez que paramos y nos volteamos, nos damos cuenta de lo que hemos perdidos ¿A cuantas personas has dicho quererlas, cuidarlas, y ahora siquiera recuerdas sus nombres? No todos somos tan cuidadosos. Remordimientos. Con nostálgica dulzura recuerdo aquellos amores que se consumaron, o aquellos que pudieron ser incendios forestales en tierras aún vírgenes, miro a aquellos amigos a los que hoy es difícil darles la cara, aquellas conversaciones que te hicieron cambiar de opinión, aquellas veces que simplemente compartiste un silencio todopoderoso. Esa es la esencia que me cubre, la del nómada efusivo, de tristes historias porque nunca decidió seguir un camino, convencido de que no hay principio ni fin, sino que es un recorrer, aprender, conocer. Esa es la condena de las desataduras.
Siempre hay tiempo para reivindicarse. Nunca es demasiado tarde.
Desde hacía tiempo quería escribir algo como esto, una especie de carta de agradecimiento, de disculpas. Nunca es tarde para desear algo con todas tus fuerzas. Pero soy consciente, somos consciente de que aunque me guste éste lugar, no puedo quedarme aquí. Vamos.
Y al final, como una loca amiga me decía, de compañera tendrás a la soledad, y tu amante será la nostalgia, y lo único que te permitirá seguir vivo es el anhelo de decir 'No es solo ésto, hay algo más'. Amiga mía, gracias.
Rezagos de algún amor aún mantengo, el amor es cosa de niños. Rezagos de una vida, aún quedan. Aún no tengo ni veinte años, tengo toda una vida para reivindicarme, tengo toda una vida para renacer... las veces que quiera.
Ven a mi bote,
se avecina una tormenta,
y anochece.
¿A donde quieres ir?
Tan completamente solo
estás a la deriva.
¿Quién sostiene tu mano
cuando te hundes hacía abajo?
...
Ahora estás de pie junto al faro
con lágrimas en la cara.
La luz del día cae de lado,
el viento otoñal barre las calles.
Ven a mi bote...
Seeman - Rammstein.
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