viernes, 13 de enero de 2012

Charybdis

En un viaje a algún sitio lejano, cualquiera se asusta. Ese miedo a lo desconocido resulta tentador para muchos, '¿Qué habrá tras la siguiente curva? ¿Qué ocurrirá si doy un paso más?'. El emprender un nuevo rumbo nos despierta ese vértigo sinuoso frente a la altura de miras, frente a las posibilidades, en esa colisión de las experiencias pasadas contra los anhelos.
Pero te decides, a pesar de todo te decides a caminar por la pedregosa y afilada ruta. Tomas tu barco, proa al horizonte, justo allá donde el sol cae y duermen las estrellas, y bajas los remos (pues tu haces todo, conduces, izas las velas, y lo más importante, remas). Oh, pobre pirata improvisado que busca su tesoro. ¿Pobre? No, para nada, valiente, y no hay virtud que enriquezca más que la valentía. Tú eres el pobre, que prefiere tener los pies seguros a la tierra, aferrándote a lo que tienes, en vez de permitirte navegar en busca de lo que quieres. Como decía, se pierden de vista las costas y todo se reduce a sal y sol, sal y sol, sal y sol, sal y sol, e incertidumbre, dudativa y constante incertidumbre ¿Qué cursos seguirás ahora? Aquí, en nuestro mundo, no hay brújulas, solo nos queda el instinto.
Muévete y busca islas, busca tesoros, algo a lo que cuidar, pero no lo atesores en ti, no, no lo aferres, a veces es preferible dejarlo antes de que te desencante. Abraza la brisa en la cumbre y besa la fría selva. Vívelo, como errante humano que eres, pues a las islas de los recuerdos no se puede volver, inténtalo, que aquí te espero, para cuando encalles en las costas del silencio, cuando sobre esta saliente grites ayuda a las divinas profundidades azul cristalinas.

Scylla.

¿Cuánto puede soportar ser una historia repetida? Este es un mundo construido a base de leyendas, mitos, injurias, mentiras, ilusiones, esperanzas y más que cualquier otra, un mundo construido a base de personas ciegas a voluntad. Déjame mostrarte estas sucias manos, de duras cicatrices, de voluntario trabajo. Vamos, subamos a la balsa que he construido, vamos, es firme. El impertérrito océano se mese al ritmo de los tulipanes del valle que alguna vez pisé, y canto una vieja canción abandonada tras algún traspié, o una excusa.

'Traigan las sogas,
tomen las drogas
y no esperen ser certeros,
eso solo pasa en juegos.

Ésta debiese ser la manera correcta,
La manera en las ninfas bailan,
la manera en que las hojas se secan
y como el mar bailan.

La soledad se vuelve arma de doble filo, la nostalgia se vuelve la única fuerza y luchas por encontrar algo que sea solo tuyo.
Es Charybdis, que se acerca con brazos tormentosos. Pululando, mortal, pero amable, se acerca y se oye el susurro del agua cayendo en el abismo.
Cuando emprendes un viaje sin retorno es él quien te espera al final de la historia, en cualquier parte del recóndito ondular, el abismo te encuentra, y lo único que te puede librar, es el canto de alguna hermosa sirena.

Charybdis.

"Y lo peor de todo, le tengo fobia aterradora a morir ahogado".


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