Me atrevo a decir, en estos momentos que la vida, si, la corta e inmutable vida que he tenido hasta ahora, me ha dado muchas ilusiones, y por cada una otra desilusión. Me ha dado tantas alegrías, como tristezas. Me ha otorgado la capacidad de discernir y me dio el libre al vedrío. Como a todos, me arrastro a odios y olvidos. Pero más que cualquier otra cosa, me dio la capacidad de volverme loco, de gritar, de desesperarme y enamorarme. Me dio horizontes y sueños, me dio amor.
Pero no le agradezco todo lo que me dio, sino que agradezco lo que me quito. Todas esas noches en las que no pude dormir, las lágrimas que no pude derramar, las sonrisas que tuve que evitar, los amigos que se fueron sin más, cuando me quitó el calor de un hogar, cuando me quitó los sentimientos y los anhelos. Le agradezco, y no de forma irónica, como Violeta Parra, porqué por cada cosa de la que me ha desnudado, obtuve fuerzas y gracias a ello ahora soy capaz de decir que quiero y deseo recuperarlas. Cada una, pues poseen incalculable valor.
Pues me quitó la oportunidad de encontrarte, y ahora es cuando más lo deseo. Si es que acaso estás desastrosas palabras producen algún significado en tu mente, es porqué todo está bien. Es porqué aún perdura el deseo y la ansiedad nos asechará en la boca de los estómagos, ahí, donde se vuelve un nudo.
Y ahora, cada vez que sientas que olvidas, que dejas pasar por alto, vuelve a leer estas palabras, y vuelve a encontrar el camino. Volvamos a retomarlo todo desde el principio, cuantas veces sean necesarias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario