viernes, 14 de octubre de 2011

Amable apego.

Y son esos misterios, ojos
que excavan la bastedad.
Impetuosos y sinceros
cual niño acorralado frente
al descubrimiento de su mentira.
Desafiantes y a la vez
perdidos,
distantes en el clamor de sus palabras,
en el fulgor de sus pensamientos.

¿Qué pasará por un
corazón tan cerrado,
tan lleno de todo,
un corazón tan
tuyo?

¿Acaso podrán
palabras encontradas tras las vicisitudes
de un cambiante amante
convencer a un
corazón tuyo?

Y es así como comienzo
a escribir este tipo de versos.
Es preferible morir enloquecido
por este flagelante deseo
a vivir pretendiendo no necesitarlo.

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