miércoles, 14 de diciembre de 2011

Páramos

Esta noche creeré que soy escritor. Que de ésta tinta sucia, escribo los más bellos y sonoros versos, tal como aquellos que albergan y abrigan el amor más profundo. Sentirme como parte de ese mundo lleno de extravagancias y sueños, de nítidos (aunque muchas veces falsos) colores que adornan de la forma más hipnotisante los palacios que yerguen sobre las nubes. Benditas nubes.
Podría creer también en la calma y en la conciliación del sueño. Creer que las flores naces en primavera y en otoño se esconden abatidas. Creer en el transcurso del tiempo como algo inevitable. Podría creer en el mundo, en las brisas y caricias, podría, pero entonces ¿Cómo es que me ahogo en esta taza de insípido café?
Es inevitable. No puedo dar pie a que algo como aquello vuelva a suceder. "Creer que un cielo en un infierno cabe" me repetías y repetías. Oh demonios. Querida, si supieras que el cielo mil veces cabe en el infierno, que tan basto es ese lugar, y mil veces más se precipita sobre nosotros. No conocía la espesura del infierno, el frío y la sequía que abrasaba al cielo, un bosque sin vida, nuestro cielo. No, ella no lo sabía. Si ha tiempo se hubiese dicho, estaría ahora en otro lugar, en otros páramos. No estaría reducido a este plano en el que inmerso ahogo. Y es un plano, y yo un punto, sin mayor connotación que mi propio nicho. Un punto nacido del prolapso, del error, de aquel divino escritor inexistente.

Más nada puedo hacer.

Inerte. Humo de café que se enfría, humo que se desprende en aromas y jolgorios, en risas que atrapó alguna vez, en un pasado tan distante como pesado, y es una mochila con la que tu ya no cargas.
Cuesta arriba te alejaste, sin una mueca de incertidumbre, ajena a cualquier duda. Y en el confín te volteas, no te vi, pero lo sentí, y para ti era ya un mísero punto, imperceptible, inerte, perdido en el plano, en el rabillo de tu ojo.

Si me volviese ciego ¿Seguirías mirándome a los ojos?
¿Qué sucederá cuando me vuelva viejo,
y todas mis historias hayan acabado?
¿Y si no perteneciera a ninguna nación,
ni tuviera algún lugar que mio fuera?
¿Seguirás estando a mi lado?

Recuerda, que solía maravillarme.

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